CELESTINA DE LIBRE ALBREDRÍO
La vieja pelleja se siente ya muy mayor para andar trasteando con sus potingues arriba y abajo por la tragicomedia del bachiller Fernando de Rojas. Se duele de los muchos actos que tiene la obra y de ir al trote, de página en página, con su carromato cargado de peines, ovillos, perfumes y hierbas para el mal de amores. Además, los que se llevan la fama son esos descerebrados de Calisto y Melibea que ni tan siquiera — piensa —, aciertan a dominar sus apetitos y calenturas. No, ella ya no tiene el cuerpo para tanto trote, necesita algo que esté más a su altura. Por contactos de aquí y allá, le llegan noticias de una obrilla en una estantería superior donde, a buen seguro, podría mercadear sus servicios con mayores holguras. Conforme se va acercando a la repisa, escucha la doliente voz que surge del abismo interior del libro: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta”. Su olfato de alcahueta le dice que para ese menester, no le harán falta andadores. Y mientras golpea en el portal de la comitragedia, se relame entre aquellas palabras que anticipan los banquetes que la aguardan a libro abierto.
Aarón
12 de October de 2019 / 06:27
12 de October de 2019 / 06:27
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