Tras irrumpir los de la DEA al grito de ¡cuerpo a tierra!, maniataron a todo el mundo. Colocaron el establo patas arriba en busca de éxtasis, cuyo tráfico habitual había notificado un denunciante anónimo. Durante el registro, los hombres de Herodes confiscaron el incienso y la mirra, pero ni rastro del oro. A bordo de sus camellos, sólo los tres emigrantes extranjeros pudieron burlar los controles, gracias a un novedoso sistema GPS vía cometa. Al terminar la rueda de reconocimiento, los miembros de “la Familia” quedaron en libertad condicional y los únicos detenidos fueron el asno, el buey y un grupo de pastores que pasaba por allí. Un ángel infiltrado, oculto sobre el dintel, se hace con el cofre que vio guardar a José. “No todo lo que reluce es oro —pensó —pero con los gastos y los impuestos que genera un negocio de carpintería, bien merece que hagamos la vista gorda, Señor".
Laura Elisa Vizcaíno
02 de September de 2019 / 00:42
Selección día 13 "La estirpe de David" de Aarón 02 de September de 2019 / 00:42
Laura Elisa Vizcaíno
 

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