Beatriz Carreño era la podóloga de Fernando desde hacía más de quince años, desde que eran vecinos del barrio, hasta que ella se mudó tras su divorcio. El día que Fernando fue a hacerse atender, la conversa giró -como siempre- sobre los hechos y las personas que ambos conocían en común desde los años 60, cuando creían que los abriles eran eternos. Entonces el temario incluía casamientos, nacimientos, separaciones, enfermedades y por supuesto, fallecimientos. En ese momento Beatriz recordó a Rodolfo Pardal, más popularmente conocido por “Rolo” entre los jóvenes de aquellos años por su obsesivo antojo por la música de trompeta, a tal punto que donde quiera que fuera, llevaba consigo el estuche con el instrumento bajo el brazo. Trabajaba con el padre, don Vicente Pardal, perito electricista de reconocida trayectoria y aprecio comunitario. Pero don Vicente padecía con su hijo que, según decía, no había manera de hacerlo laburar; mientras él perforaba paredes, instalaba caños y pasaba cables, el “Rolo” se sentaba donde fuera, y comenzaba a soplar la trompeta.

Un día estaban trabajando en un departamento del quinto “B” y la anciana del quinto “C”, comenzó a golpear desaforadamente la puerta del “B” implorando por favor que dejara de sonar la corneta porque el perro se ponía a llorar y ella se estaba volviendo loca. El pobre don Vicente ya no sabía qué hacer con el “Rolo”, porque si lo apuraba un poco se iba con la trompeta bajo el brazo y lo dejaba solo sin que nadie le alcanzara las herramientas, porque, según don Vicente, el “Rolo” no servía más que para soplar la trompeta.

Continuando la plática, Beatriz se lamentaba del fallecimiento del “Rolo”, noticia que sobresaltó a Fernando, porque no sabía de su muerte; ella le dijo que se había enterado por unos amigos de la peña

del Centro de Jubilados, a la que el “Rolo” concurría para hacer sonar su trompeta en la orquesta del negro Fermín Lepes, un jubilado que supo integrar la afamada banda cumbiera de Eleuterio Pigliapoco.

Compungido por la noticia, Fernando regresó al barrio y se fue derechito hasta la casa del “Rolo”; lo atendió el hijo, y Fernando sutilmente le preguntó:

“¿Cómo está el “Rolo?”

“Bien” respondió el pibe, “escúchelo don Fer” dijo haciendo una mueca hacia atrás, desde donde venía el trinar de la trompeta, “Mientras el viejo sople la trompeta, acá no se muere nadie” bromeó.
Fernando se alegró de oír el estridente instrumento diabólico al que más de una vez deseó aplastar a garrotazos. “Sin dudas”, pensó Fernando, “Beatriz agarró el gato por la cola y se confundió de finado”.

“Decíle al “Rolo” que Beatriz quiere saber cómo está porque hace mucho que no se hace arreglar los pies”, mintió piadosamente.

“Ok, don Fer, ahora le digo que le pida un turno por teléfono” respondió el muchacho y se despidieron.

Al día siguiente el “Rolo” le comentó a Fernando: “Cuando la llamé por teléfono para pedirle un turno, no me respondió, solamente oí un ruido, como que algo se había caído. Seguro que ahí le dio el infarto”.

Fernando guardó silencio y cambió de tema.
Bumer
18 de August de 2019 / 12:50
MUERTO EQUIVOCADO (lenguaje coloquial, Argentina) 18 de August de 2019 / 12:50
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Carmen Simón
 

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