En medio del lóbrego bochorno –asido a la manivela del techo del vagón– se moría de frío, y no era a causa de la velocidad. Había tomado el primer tren en su tierra. El corazón se le salía del pecho a pesar de que no era la primera vez que atravesaba los confines. Deportado varias veces, no tenía opciones. Esculcó en el bolsillo trasero la supuesta carta de su padre muerto que se había escrito para darse ánimos. Le daba tristeza pensar en que no vería a su familia por largo tiempo, que su joven y amorosa compañera tal vez lo olvidaría; mas no podía alimentarlos: debía marcharse del país. Eso fue lo último que pensó.

Fue encontrado en la frontera, cuando el maquinista se dio cuenta de que una parvada de auras circunvolaba el toldo de un vagón.
—No tiene documentos –pronunció uno de los inspectores.
—No se le puede deportar… Tiene un papel.
—Parece una carta de sus padres: «No te preocupes hijo, todo se resolverá, ten fe. Lo importante es que trabajes»
Maquinista
10 de August de 2019 / 18:07
Nuevo ciclo de La Marina, de Ficticia. 01 de August de 2019 / 16:44
La Coordinación de La Marina
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Maquinista
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Elisa A.
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Maquinista
 

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