—Como se llama —preguntó un ensarapado.
—Ya ni me acuerdo, primero fui Fabián, luego cuando me fui para el otro lado me cambié a Josafat y ya después cuando me dieron el “grin card” me llamé Mario Almada, por el de las películas, ¿sabe? —respondió.
—Ahora vine a ver a mi madre que ya es muy grande y cuando cruzaba el rio sentí un piquete muy fuerte por aquí por la escápula y caí por el dolor. Siento como si me hubiera quedado dormido por muchos días. Así como desperté lo veo a uste’, de modo que no se si crea que no tengo papeles, pero, si así fuera, aquí se los muestro —Prosiguió.
Quería seguir explicando que estaba en regla, pero el del zarape lo vio y le indico guardar silencio con su mano huesuda. —Amigo —dijo— para emigrar a este lado no hacen falta papeles todos llegan igual.