Ponciano trajo la madera desde el cerro. Se le murieron los burros y entonces su espalda y piernas hicieron el trabajo. Labro las tablas y las corto con mucho cuidado. Sabía las medidas exactas de memoria y a fuerza de tacto. Con una piedra fue hundiendo los clavos, que al enterrarse le sacaban un poco de agua a la madera todavía fresca. Ya de noche, cuando termino el féretro, deposito el cuerpo de Damiana y coloco la tapa, a la que le había puesto un viejo vidrio transparente como ventana y la clavo. Nunca sabría de que murió su mujer, pero supo que él se iba a morir de amor.
Black Dot
13 de julio de 2019 / 11:31
Es una historia bella que merece revisarse para obtener la magia, brujería, de los amores marchitos.
Puede ser un gran cuento.
Evita las rimas en "ó".
Cuida los adjetivos.
Ojo con los acentos de los verbos en pasado.
Mejor suerte para la próxima.
La Coordinación de la Marina