Hielos de asfalto
Gabriel acude como todos los días a lo que él considera su parroquia. Sentado en su taburete preferido, observa a Teresa e imagina la vida que puede ofrecerle. Le pide otro bourbon solo, aunque con su presencia nunca se siente como tal. Ya son las diez y el sonido del claxon en la calle, le recuerda que ya es la hora del final de su turno. Maldice como cada día para sí, la brevedad de su compañía. Esta vez se jura que si no es de él, él no sera de nadie y cumple su promesa pidiéndose tantos tragos como su consciencia le permite para arrancar el coche. A la noche siguiente una conversación calla la sala -¿Teresa, sabes que ayer se mato con el coche el chico que se sienta en la esquina, Gabriel?- ¡ Dios mio! justo ayer le decía a mi padre al recogerme que hoy me atrevería a pedirle una cita.-
Mercucio
15 de July de 2019 / 18:27
15 de July de 2019 / 18:27
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