Desde muy temprano la reina de las flores ha abierto sus pétalos invitando a la más cercana a tomar de su néctar de vida: el polen. Observa desde ciertos ángulos con melancolía el deseo que siente por aquella abejita tan linda que anda por todo el campo, pero que nunca se atreve a servirse de ella si tan sólo supiera que la cercanía sería dolorosa y es por eso que la abeja ha optado por ver desde lejos todo aquello que necesita pero que no puede tener.

El miedo a dañar alguno de sus pétalos le aterra. Vuela, vuela y vuela más cerca sin rozarla como si el sólo pensamiento de tocar un milímetro haría explotar las galaxias que lleva por dentro. De mundos diferentes con un mismo sentimiento pero con la imposibilidad de estar juntos en este milenio.

Es por eso que la reina de las flores suspira junto al baile del viento cuando ve llegar a su amor eterno.