Siento que nuestra relación no funciona. Estoy hambrienta por sentir su amor; un dejo de gratitud si no cariño. Es inútil que lo acaricié se hastía de mis manos que le tratan de conferir lo que por el siento. No soporta mi cercanía y presiento que solo está aquí en mi casa porque la comodidad que le proporciono no la encuentra en otra parte. Cuando se aleja usa ese caminar de cazador furtivo, una cadencia innata que lo hace verse más altivo de lo que ya es. Sus ojos fríos e indiferentes me hacen sufrir y lloro ante su falta de empatía, me pregunto si no debo dejarlo ir de una vez por todas y después, cuando encuentro el valor de hacerlo, me cuestiono; porque demonios existen los gatos.