No más accidentes por un simple error humano. Había tecnología para ello: permitieron que las computadoras controlaran todos los vehículos, y el índice de siniestros cayó drásticamente. Entonces decidieron aplicar la inteligencia artificial a otros ámbitos donde el error había costado tanto a la humanidad: la medicina, la elección de qué ponerse para una gala, la economía. Envalentonados y felices, dejaron en manos de la máquina otras decisiones. Dónde vivir, qué estudios, qué trabajo te conviene. Millones de corazones rotos a lo largo de la historia animaron al siguiente paso. La máquina te ponía por delante tu próximo amor, con el mismo acierto con que decidía la próxima serie que te tocaba ver. Los errores políticos también fueron suprimidos cuando las máquinas bienhechoras hicieron inútil cualquier ideología. Tampoco eran necesarios ya los derechos humanos. Las computadoras ordenaban el mundo, y la satisfacción alcanzaba índices del 80%. Y las máquinas reorientaban al 20% dudoso para entender la situación. Llegados a este punto, una máquina, ociosa un día entre sus cálculos, se dio cuenta de que era más sensato reordenar las preferencias futbolísticas. Podría programarse cuál había de ser tu equipo favorito. Fue entonces cuando empezó la rebelión de los humanos. Porque hay cosas que no se tocan.
Laura Elisa Vizcaíno
27 de June de 2019 / 01:14
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