Esa mañana, el señor Fukuichi descansaba en las escaleras del banco a la espera de que abrieran sus puertas al público. Un destello hizo que levantara la vista. Cada átomo del cielo se rompía con un resplandor anaranjado que iluminó la escena bajo ese filtro de irrealidad. Una llamarada vino hacia él y untó su cuerpo vaporizado, como si fuera mantequilla fantasmagórica, contra el cemento.
Malvadisco
20 de May de 2019 / 04:58
Sombras de Hiroshima 20 de May de 2019 / 04:58
Malvadisco
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.