Débora Benacot nos hace llegar el siguiente veredicto. Enhorabuena a los ganadores y talleristas, y muchísimas gracias a Débora por su labor como jurado.

Comentarios de Débora Benacot:

Leemos desde la subjetividad que somos. Ponderamos desde la parcialidad de nuestras experiencias lectoras previas. Intuimos con la precaria maquinaria de nuestra sensibilidad artística. Agradezco la confianza y el tremendo honor de la tarea. Agradezco, sobre todo, a quienes se brindaron de lleno al vigoroso ejercicio de crear con palabras. Ese juego, bien sabemos, no termina. Gana quien sigue practicándolo.

Dictamen

"El juego divino", de Black dot, tallerista Patricia Mejías [1er premio]

Le dijo: “Escribe para que todos sepan las reglas”. El hombre barbudo tomó su cincel y martillo y grabó en la piedra. Durante este tiempo, hubo largas pausas para discutir entre ellos lo que se escribía. Cuando terminaron, la deidad ascendió a los cielos y el hombre bajó de la montaña. La mayor parte de la gente estuvo de acuerdo, pero algunos, aún hoy día, ponen en tela de juicio que cuatro ases sea más alto que un póker de reyes.


En el juego de ser lectores cómplices, aceptamos las pistas que nos ofrece el texto y nos dejamos llevar hacia donde parece que vamos. Pero también sabemos (no es la primera vez que jugamos) que una frase en el final puede invitarnos gentilmente a sonreír y dar la vuelta para desandar nuestros pasos a la luz de lo que nos ha sido revelado.


"Las reglas del juego", de Guruceta, tallerista Juan Carlos Gallegos [2do premio]

Este año los Reyes Magos me han echado un juego de reglas. A Fernando, mi compañero de pupitre, ha sido un juego de compases con puntas de todo tipo. Yo miro con arrobo mi escuadra, mi cartabón, el transportador de ángulos, todo en su estuche. Todo de un verde esplendoroso y transparente. En clase las desenfundo con mimo, midiendo y trazando las líneas con primor de orfebre de la tinta. Fernando, en cambio, solo juguetea con sus compases. Hasta que ha cogido sin permiso una de mis reglas. Se ha puesto a jugar con ella, sacándole sonidos de dibujos animados, haciéndola vibrar a golpetazos al borde de la mesa. Devuélvemela, Fernando. Y Fernando que no. Pero ahora la regla no ha vibrado, se ha quebrado en un chas de hueso roto. Claro que ni se ha oído el chasquido con el grito de Fernando. Y ahora acude al profesor, chivato y poco deportivo, con el compás hincado colgando sin vida de su brazo.
La literalidad en la apropiación del tema propuesto da pie a un texto original en el que los personajes disputan con macabra inocencia el juego de las posesiones. El lenguaje utilizado fluye de manera calibrada y por momentos poética, contrastando con la violencia encapsulada en la historia.

"Evolución", de Malvadisco, tallerista Mónica Brasca [3er premio]

Estaba prohibido avanzar si no era a gatas. Incluso al que lo hizo a patita renca lo devolvieron al agua. Otro alcanzó la orilla en dos patas y, por quebrantar las reglas, le arrancaron las extremidades.
Aún era muy pronto para que el ser humano caminara erguido sobre la tierra.


¿Y si no fuese como lo contaron? ¿Y si el eslabón perdido no es más que un pobre bicho intentando sobrevivir en el Reality Show de la existencia mientras una voz en off se encarga, sádica, de recordarle hasta dónde es inútil su osadía? En esa perplejidad quedamos atrapados los lectores.


"Astucia", de Esleongo, tallerista José Luis Velarde [Mención honorífica]

Como el enemigo le había hecho la encerrona en el campo de batalla, a este rey le quedaba poco tiempo antes de morir. Con su ejército disminuido, nada podía salvarlo. Contra todas las reglas, salió del tablero por una esquina y evitó el fatal desenlace.


Pieza que huye sirve para otra guerra.