Su mirada ansiosa contempla la cuchara con la diminuta roca. La flama del encendedor comienza a derretirla en un líquido ambarino. Dedos temblorosos cuidan que no se desperdicie una sola gota. Coge la jeringa y la substancia es absorbida. El Mosca se entierra la aguja en la vena saltada y en segundos retorna a un estado inconsciente, casi elemental donde el lenguaje se convierte en gruñidos. Desde fuera del cuarto sus padres escuchan atentos. Se toman de la mano y, ambos en silencio, oran para que la puerta falsa no se abra y el hijo la franquee para iniciar un viaje sin retorno.
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13 de February de 2019 / 21:10
Viaje interior 13 de February de 2019 / 21:10
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viene del dia doce... 13 de February de 2019 / 21:11
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Taller 17 de February de 2019 / 20:29
Laura Elisa Vizcaíno
 

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