El abuelo

Todas las noches regresa. No es fácil el esfuerzo. Si no fuera porque los quiero tanto ya no volvería, dice. Allá, donde debe de estar, se siente solo. Hay mucho silencio y uno puede oír sus pensamientos nomas de puro pensarlos, afirma.
Luego se sienta en su viejo sillón e intenta leer el periódico, casi al mismo tiempo que mi mamá se pone a barrer para que no quede la casa sucia en la noche. Ella finge que no lo ve, pero mi papa es muy quisquilloso. Mujer dile a tu papá que ya está bien de regresar a visitarnos, grita para que el viejito oiga. Mi madre repela a voz baja para no discutir. Ella como yo queremos que el abuelo siga viniendo, aunque sea con ese aspecto deplorable de fantasma carcomido.