“No hay como morirse para ser buena”, repetía siempre mi amiga Patricia. Y tuve ocasión de comprobarlo, temprano y en su propio velatorio, cuando la suegra y la cuñada —quienes le habían hecho la vida imposible desde el primer momento— se deshojaron en llantos y alabanzas ante el féretro de caoba.
Juan Carlos
30 de October de 2018 / 22:38
Selección Día 17: Método empírico, por Liquidambar 30 de October de 2018 / 22:38
Juan Carlos
 

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