El hombre puede verse a sí mismo tendido en la calle. Recuerda un dolor en el pecho, como un nudo de espinas, y los árboles y las casas girando a su alrededor. Recuerda, también, el rigor de la vereda al recibir su cuerpo. Y los ojos entreabiertos a los que se asoma una niña. Y de repente la nada, y este verse a sí mismo tendido en la calle y aquella niña que parsimoniosamente se acuclilla a su lado. “Pobrecita”, piensa, al tiempo que la niña saca unas tijeras y corta la cuerda con la que su alma aún permanecía unida a su cuerpo. Acto seguido, un túnel con una luz al final se abre a su lado. El hombre acepta su destino y comienza a adentrarse en el túnel pero la niña retiene la cuerda y camina en sentido contrario. Al llegar a la esquina, una mujer, con voz firme pero no exenta de dulzura, le espeta:

—Cariño, ¿qué te dije al respecto?

La niña baja la cabeza, mueve un pie como si estuviera aplastando un insecto, y alega:

—¡Pero éste de verdad sí se parece a papi!
Persephone
18 de October de 2018 / 09:48
La niña de las tijeras 18 de October de 2018 / 09:48
Persephone
Taller 26 de October de 2018 / 17:33
Carmen Simón
 

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