Después de bañarnos me subía las piernas sobre su regazo, con habilidad masajeaba mis plantas y cortaba mis uñas, luego retozábamos hasta la media noche.
Un día, furiosa me gritó diciendo que la engañaba y blandió el machete. La desarmé. Sucio de ira, de un golpe le cercené la cabeza.
Me di a la fuga y ando a salto de mata. Tengo los dedos hinchados y el dolor se abre cuando tropiezo con las piedras.
¡ Nadie como ella! Tenía una mano de santa para restaurar mis pies.
verdelimon
13 de October de 2018 / 02:31
¡Nadie como ella! 13 de October de 2018 / 02:31
verdelimon
 

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