Pronto llegaría el frío de la noche. En el refugio de la iglesia abandonada, puso la olla con agua sobre el fuego. Para fingir una comida gourmet, el vagabundo troceó con esmero una piedra y añadió la picadura al líquido hirviente junto al tomillo y el eneldo que crecían entre los escombros además de unos guisantes viejos que le pasó su compañero. Como estaban dentro de una iglesia, se elevó una oración para bendecir los alimentos. Al desaparecer los últimos rayos de luz, aparecieron sobrenadando en la sopa grandes trozos de carne que, aunque sabían a pollo, eran de gárgola despetrificada con la puesta del sol.
Malvadisco
20 de September de 2018 / 04:52
El milagro de la sopa 20 de September de 2018 / 04:52
Malvadisco
 

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