Cuando le dijeron que su pupilo estaba enamorado, el sacerdote sintió un gran dolor. Siempre supuso que su protegido iba a ser el guardián de la iglesia. Una camada de gargolitas bebés, fruto de esos amores, debía ser cuidada hasta que maduraran y pudieran dormir el sueño pétreo de sus padres durante el día. Él estaba muy viejo para enseñarles a utilizar la caja de arena y desprender a los pequeños de los mantos de los santos y vírgenes donde se quedaban colgando por no saber retraer las garras. Aún así pensaba darle la bendición a la pareja, pero solo tuvo que ver a la gárgola hembra para saber del material del que estaba compuesta. Su querido Sacrécoeur era descendiente directo de las gárgolas de Notre Dame y su linaje estaba escrito en piedra. Sacrécoeur había sido conformado de un solo bloque lítico. Aquella unión era aborrecible a los ojos de Dios. Eso le hizo saber antes de vaciarle el ácido muriático que deformó el rostro de cemento de la abominación.
Malvadisco
15 de September de 2018 / 04:58
Antinatural 15 de September de 2018 / 04:58
Malvadisco
Taller 16 de September de 2018 / 15:02
Mónica Brasca
 

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