Tras cuarenta días y cuarenta noches de lluvia
El otro día un hombre calvo que flotaba casi como un ahogado profesional golpeó a mi puerta. Supuse que la responsable había sido la corriente, aunque jamás existió corriente alguna en esta calle ni en ninguna otra.
A veces, pienso que tanta soledad me está volviendo loco; a veces, que debí haberme ido con los demás…
Esta mañana, el hombre calvo regresó en compañía de una mujer, tres niños y un perro. Todos flotaban de maravillas. Rogué para que pasaran de largo, pero vinieron directamente hasta mi puerta. Y comenzaron a golpear.
—Vayan a la casa de al lado que tiene dos baños, tres cuartos para los chicos y hasta una cucha para el perro —grité de repente y los golpes cesaron.
Yo no creo en lo sobrenatural. La corriente —en la que sí creo, pese a que no existe— se llevó los cuerpos. Lo que verdaderamente me preocupa ahora son esas, veamos, una, dos, tres… diez familias que vienen flotando derechito hacia mi puerta.
¡Puta corriente!
A veces, pienso que tanta soledad me está volviendo loco; a veces, que debí haberme ido con los demás…
Esta mañana, el hombre calvo regresó en compañía de una mujer, tres niños y un perro. Todos flotaban de maravillas. Rogué para que pasaran de largo, pero vinieron directamente hasta mi puerta. Y comenzaron a golpear.
—Vayan a la casa de al lado que tiene dos baños, tres cuartos para los chicos y hasta una cucha para el perro —grité de repente y los golpes cesaron.
Yo no creo en lo sobrenatural. La corriente —en la que sí creo, pese a que no existe— se llevó los cuerpos. Lo que verdaderamente me preocupa ahora son esas, veamos, una, dos, tres… diez familias que vienen flotando derechito hacia mi puerta.
¡Puta corriente!
Escipion
18 de August de 2018 / 01:58
18 de August de 2018 / 01:58
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