Después de un pesado día de trabajo lo único que quiero es llegar a casa y descansar. Pero, ¿qué me encuentro en lugar de ello? A Rosa gritando como loca y mis hijos haciendo desmadre; con la música a todo volumen, emulando los solos de los guitarristas en boga.

—¡Pero haz algo, Andrés! –conmina mi mujer.

Me quedo petrificado. Tengo la sensación de que esperan el momento de mi llegada para armar todo ese jaleo. Miro a una y a otros en su desenfreno. Mi sillón al fondo de la sala parece más lejano que nunca. No puedo más. Tomo mis llaves, dejo la casa a paso apresurado y monto en el carro, partiendo a quema de llantas.

Mientras más me retiro de la casa, la calle, mi mujer y mis hijos, recupero el ritmo de mi respiración. Enciendo la radio y conduzco hasta que la estática gobierna en el cuadrante. Atravieso la aurora boreal a mi paso y reconozco las calles, los jardines, el cielo estrellado de esa réplica de mi ciudad.

Llego a casa. Apenas bajo del coche, Rosa y los niños salen a mi encuentro para abrazarme y darme de besos. Preguntan cómo me fue en el trabajo, hablan de su día en la escuela, en el hogar… ¡ah, mi dulce hogar!
Innominada
15 de August de 2018 / 19:05
El paralelo de Andrés 15 de August de 2018 / 19:05
Innominada
Taller del día 15 21 de August de 2018 / 12:15
Grog
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.