¡Que la nación me lo demande!

El Señor Presidente –indignado por las acusaciones de crímenes y corrupción – en una remembranza de cuando fue monaguillo endilgó a sus impugnadores:

—El país está abierto al diálogo, existe libertad de expresión y, ahora sí, como dijo Masiosare: “Bienaventurados los pobres porque desconocen el caviar”.

Después de que lo sepultaran con una lluvia de hondazos, hoy yace en un lugar desconocido. La hija –orgullo de su nepotismo–, ante el temor de que el pueblo saciara su sed de venganza, pagó una fortuna al pelotón comandado por su consorte para que lo enterrasen en un lugar inexpugnable. Al terminar la misión su amado esposo ejecutó a los soldados, y, cuando jactancioso llegaba al palacete una bala le atravesó la testa.
Daniela Truman
28 de July de 2018 / 04:31
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Daniela Truman
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Daniela Truman
 

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