Congregación
Agnes se para en la cajuela del auto. Levanta su puño en señal de desafío. Las otras mujeres la ven. Ojos expectantes la siguen, gargantas roncas preparadas a gritar esperan. Un grupo de uniformados las rodea y van cerrando el cerco, las botas toscas hacen ruido —paff paff —suenan agresivas. Una voz, delgada y firme, se alza a los cielos acompañada de otras que hacen coro y empujan a los hombres a dejar caer los batones. Alto se alza el grito, por encima de las cabezas, por arriba del puño. La palabra se eleva a las nubes y derrumba al Dios del cielo y de los hombres para exigir igualdad.
Black Dot
13 de July de 2018 / 11:52
13 de July de 2018 / 11:52
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