Después de la última peste que mermó la productividad agrícola, en el laboratorio les insertaron genes que las hacían inmunes a enfermedades y plagas. Ellas mismas se desyerbaban y mantenían a raya los ratones e insectos. A pesar de ser época de floración, ninguna abeja pudo polinizarlas. En la búsqueda por expandir su especie sedujeron al parásito más cercano, el botánico con bata blanca que inundado del aroma hipnótico de las flores, las fecundó a mano antes de terminar cercenado por la sierra de los sépalos. Adsorbidos los nutrientes, las plantas acunaron entre sus ramas una abundante cosecha de frutos emergidos con algún que otro rasgo humano.
José M. Nuévalos
27 de May de 2018 / 05:20
Selección día 16 - Revolución verde" - de Malvadisco 27 de May de 2018 / 05:20
José M. Nuévalos
 

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