Por ordenes del presidente vitalicio, la policía secreta realizaba batidas por toda la ciudad en busca de miembros del culto que prometía liberar al pueblo de la opresión. Cuando llegaban a los sótanos, no encontraban rastros de los insurrectos ni de su objeto más sagrado. Asistidos por aquel poder divino, la revolución derrotó al tirano. Al grito de “¡Abajo los políticos corruptos!, la cabeza del dictador caía en una canastilla, mientras en las sienes de un plebeyo se fijaba aquella corona que relumbrada a la luz del sol después de estar tanto tiempo olvidada en un museo.
Malvadisco
20 de May de 2018 / 05:09
Sustitución 20 de May de 2018 / 04:59
Malvadisco
Por favor, tomar en cuenta esta versión 20 de May de 2018 / 05:09
Malvadisco
Viene del taller del día 8 25 de May de 2018 / 02:29
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