La Compañía
la compañía
Por la ventana se colaba la luna llena: era el momento.
Encendió seis velas negras que esperaban sobre una mesa. Corrió las cortinas. Sólo la exigua luz de la cera hacía visible la escena proyectada en un espejo roto, testigo necesario. Firmó el pergamino con sangre de cabra preñada y después lo hizo arder lentamente mientras preparaba su espíritu para el encuentro. Cerró los ojos y gritó “¡Spero autem, Satana!”
Un relámpago iluminó la casa inundándola con un fuerte olor a azufre.
¡Estaba tan sola!
Por la ventana se colaba la luna llena: era el momento.
Encendió seis velas negras que esperaban sobre una mesa. Corrió las cortinas. Sólo la exigua luz de la cera hacía visible la escena proyectada en un espejo roto, testigo necesario. Firmó el pergamino con sangre de cabra preñada y después lo hizo arder lentamente mientras preparaba su espíritu para el encuentro. Cerró los ojos y gritó “¡Spero autem, Satana!”
Un relámpago iluminó la casa inundándola con un fuerte olor a azufre.
¡Estaba tan sola!
Agamenón
04 de April de 2018 / 00:39
04 de April de 2018 / 00:39
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