Mariana caminaba al trabajo cuando sintió el escozor en la espalda. Primero pensó que era resequedad de la piel y trató de rascarse. Algo tibio le recorrió la espalda y escurrió por sus piernas hasta llegar al piso. Espantada se dio cuenta de que se desangraba. El temor fue pasajero para ella, porque del omóplato le brotaron dos hermosas alas de blanco plumaje. No así para sus víctimas que caían al piso, con un rictus de terror, después de que les succionaba hasta la última gota de sangre.
Black Dot
21 de February de 2018 / 00:42
Criatura angelical 21 de February de 2018 / 00:42
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TALLER 21 de February de 2018 / 08:51
el aguila descalza
 

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