Por más que hiciera calor no se quitaba la gabardina. Jamás lo encontrábamos sin esa prenda de vestir ceñida a la cintura por medio del cinturón que amarraba con doble nudo. Abotonándosela hasta el cuello.
¿No te da calor? Le preguntábamos de manera estúpida, porque en ocasiones lo veíamos sudar.
El contestaba en monosílabos “no”.
Nosotros seguimos sin entender hasta el día en que dios lo llamó a su lado y por fin se quitó la ropa, se paró al borde de la azotea y extendió las alas para elevarse a los cielos dejando atrás una polvareda de los mil diablos.
Black Dot
12 de February de 2018 / 21:54
Ascensión 12 de February de 2018 / 21:54
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