Así como les entregaron el cuerpo lo fueron a poner en la fosa. Estaba tieso y frio, porque lo habían guardado en un refrigerador, “es pa’ que no se pudran que los meten ahí”, dijo el compadre Palemón.
Al pie del hoyo le lloraron, fue mucho el sufrimiento de su esposa e hijos y otro tanto el de sus padres. Jacinto ni se imaginaba, ya como estaba de muerto, que todo el miedo que le tuvieron se mutaría en ese agrio, impuro dolor de lágrimas que al mezclarse con el polvo terroso se tornaba en un lodo espeso como las pesadillas que les había llegado a provocar en vida.
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01 de February de 2018 / 21:27
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Elisa A.
 

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