Esperanza
Aunque los circuitos neuronales de mi cerebro lo intentan, sus esfuerzos son vanos para lograr que mis piernas y brazos hagan el más mínimo movimiento. Ocurre también con estas manos que no obedecen ninguna orden y no participan para sentir ciertos placeres de la carne. Aquí, postrado a tres metros bajo tierra, estoy listo para huir al menor descuido del sepulturero.
esleongo
08 de January de 2018 / 14:08
08 de January de 2018 / 14:08
Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.