Juana no tenía familia ni amigos, anciana y enferma, se aisló del mundo y se refugió en sus pensamientos, recuerdos y largos paseos por el campo.
Había dejado todo preparado para el día de su fallecimiento. Compró un nicho, le encargó a una funcionaria del cementerio, con la que llegó a hacer cierta amistad, que lo mantuviera limpio. Cada final de mes pasaba por el cementerio, y tomaban un café juntas, compartiendo confidencias, hasta que un día no volvió de uno de sus paseos y nunca nadie supo más de ella.
Hoy descansa en una fosa común, junto a otros solitarios, identificada con una fecha, un número y el epígrafe “mujer desconocida”, y en una lápida sobre su nicho vacío se puede leer "Aquí yace la soledad eterna", que una empleada del cementerio limpia religiosamente una vez al mes.
Crispín
03 de January de 2018 / 18:45
Nº 14465. MUJER DESCONOCIDA. MAYO 1964 03 de January de 2018 / 18:45
Crispín
Taller 26 de January de 2018 / 19:35
Eleasar
 

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