Negó con la cabeza y esa fue toda su repuesta. Yo me quedé mirando el suelo plagado de casquillos, la mancha de humedad que le iba creciendo en la entrepierna sin que su cuerpo temblara. Ahora ya no tenía caso quitarle la venda de los ojos. Pretendí torturarlo con cinco minutos de silencio, a ver si se quebraba, pero pasaron pronto con el ruido de fondo de las olas que traía la marea. Pensé en el festín que se darían esta vez los tiburones, a ellos sí que podía comprenderlos. Con desaliento tiré del gatillo.
Ave Fénix
19 de December de 2017 / 19:37
Insurgencia 19 de December de 2017 / 19:37
Ave Fénix
 

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