Llovía y mi madre salió al patio para quitar la basura que obstruía la coladera. Corrí para ayudarla, me dio un escobazo en la frente y todo se oscureció. Cuando desperté estaba junto a mí.
—Lo siento, no quería que te mojaras —musitó.
—Discúlpate con Él—refunfuñé.
Sobre la cabecera de mi cama colgaba un crucifijo amarillento.
—Perdóname, Dios, por golpear a mi hijo —dijo y lloró con sus ojos de trapo.
El Cristo negó con la cabeza y esa fue toda su respuesta.
Meminero Tui
15 de December de 2017 / 04:03
Negativa 15 de December de 2017 / 04:03
Meminero Tui
Taller 18 de December de 2017 / 21:51
Mónica Brasca
 

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