RECOPILACIÓN DE NOVIEMBRE. Sus apuestas para la porra, debajo de este enlace por favor. Gracias.
RECOPILACIÓN DE NOVIEMBRE 2017
Jurado del mes: María Luisa Lazzaro
Tema propuesto: buscar la microhistoria que se revela de lo que miramos.
Día 1. Tallerista: Elisa de Armas
DESIERTO
Día 2. Tallerista: José Luis Velarde
“Simbiosis”, de Enigmática
La miro, sus pupilas son las mías. El aire que entra en sus pulmones oxigena los míos. Nos contamos un secreto, lo guardamos en silencio. Duerme, duermo, soñamos el mismo sueño. Al andar, caminamos en la misma dirección. Alzamos el vuelo, nuestras alas son dos. Reímos al unísono, alegramos el corazón... Si yo soy yo ¿Quién es quién de las dos?
“Anónimo”, de Crispín
El viejo pino, vencido por las sombras y el viento, reptaba bajo el aroma verde y vivo del bosque de coníferas. Vi entonces entre sus ramas, sobre el tocón de una antigua poda, unas pequeñas acículas que, sin ser un milagro de la primavera, retaban a su certera muerte.
“Las horas pasan”, de Esleongo
Mientras la luz de la vela queda sin aliento, una araña cuelga de su tela y se agranda en su sombra con extrañas figuras. Pienso aplicarle insecticida, pero desisto porque puedo morir de tedio.
“Un domingo”, de Meminero Tui
Veo familias felices, niños que juegan, novios cariñosos, globos que huyen. El viento es agradable. Oscilo. En mi tronco los latidos de la savia. Choco mi copa con la del vecino. Sacudo mis ramas, mis hojas caen, hundo mis raíces bajo tierra. Un perro sarnoso se acerca, me olfatea y orina.
Día 3. Tallerista: Juan Manuel Montes
"Meditación urbana", por Eusebio Tecate
Me quedo quieto, sentado en la banca del parque. Pongo mis manos en las rodillas y cierro los ojos. Respiro hondo. Trato de concentrar toda mi atención en el proceso de la respiración. El aire fluye desde mi nariz hasta lo más profundo de mis pulmones. No logro siquiera relajarme: el olor a tamales lo arruina todo. Cambio de sitio una y otra vez, pero los olores, los ruidos, los empujones y la lluvia que recién ha comenzado me hacen perder el foco. Y así deambulo. De pronto, aunque me estoy mojando y los cláxones de los autos pudieran reventar mis tímpanos, conquisto la concentración. El tráfico vehicular se detiene y un policía corre hacia mí grita órdenes que ignoro. Estoy inmóvil en medio de la avenida, mientras siento mis pulmones inflándose cuando aspiro y disfruto de los chorros de aire que viajan raudos por mis orificios nasales al exhalar.
Abro mis ojos y todo sucede en cámara lenta: el tráfico, el policía, la gente. Entiendo que la eternidad dura un instante.
Luego sigo con mi vida.
Día 4. Tallerista: Marcial Fernández
NO SE PRESENTARON MINIFICCIONES.
Día 5. Tallerista: Tequila, en reemplazo de Víctor Antero Flores
DESIERTO.
Día 6: Tallerista: Daniela Truman
"Percepción", de Black dot
Cirilo camina por el sendero. Siente el aire acariciar su piel, el calor que lo envuelve. Respira el olor de la naturaleza que explota en la primavera prodigiosa. Escucha el zumbido de los mosquitos y abejas que se alborotan a su paso. Los colores brincan a la vista; rojos, amarillos, lilas, azules... sigue su marcha sin importar lo hermoso de la escena. Si tan solo Cirilo pudiese ver con esos ojos muertos, esta sería otra historia.
"Sesión continua", de Gata Blues
Rebeca está ahí, en la memoria de mi cavernoso cerebro. Sé que no va a volver, que su cuerpo yace en las tenebrosas aguas del acantilado, pero su ausente presencia se hace cada vez más insoportable. Me muevo entre tinieblas, esperando que su sombra desaparezca del recuerdo vivo que guardo de ella. Su pertinaz tesón por hacerme sufrir va más allá de los límites de esa maldita escalera de caracol, del cuadro al final del pasillo y de la arisca ama de llaves: mi obsesión súbita por la doble ración de palomitas y mi visceral afición por el cine, impregnan el fondo negro del arma homicida.
Día 7. Tallerista: Carlos de Bella (Sapo)
“Supervivencia”, de manlyf
Soy la última. Me pone nerviosa que haya tanta gente delante pero esta es la caja más cercana a la salida del súper. Veo carros repletos de artículos, los de limpieza no me llaman la atención pero muchos otros son alimentos que jamás he comido. Ni lo pienso, abultan demasiado. Me toca turno. Pongo sobre el mostrador el paquete de salchichas, la cajera mira primero mi bolso, después su mirada alcanza la mía, me siento descubierta pero con una sonrisa acepta mi euro y me da la vuelta.
Hoy tengo postre, mañana Dios dirá.
“Mi destino”, de esleongo
La hamaca me arrulla, siento un insecto sobre mi mano e imagino que es una mariposa. Estoy casi seguro. El viento quiere decirme algo y el sol de primavera se acomoda a mi lado. Duermo largo rato, ahora el sabor de la mañana es tardío. Ver no puedo, caminar tampoco. Si no muero, mañana será otro día.
Día 8. Tallerista: Lola Díaz-Ambrona
"Vacación", por Black Dot.
Raquel se probó el bikini frente al espejo. No lo hizo para ver si le iba bien a su cuerpo, eso era lo de menos. En el piso de la tienda, sintió el calor del sol y la textura de la arena dorada de la playa. Imaginó parasoles blancos y palmeras con cocos, mientras el aroma de una piña colada excitaba su paladar y los pelicanos surcaban el cielo azul. En una esquina, cerca de su cabeza, la puesta de sol era esplendida. Sintió las manos masculinas recorrer su piel y se estremeció de placer. Al salir del vestidor, aún escuchando el sonido de las olas, sus ojos vislumbraron el rostro del amante, triste al verla partir.
"La Muda", por Malvadisco.
Marchó hacia la puesta del sol, rumbo a las montañas. Solo una vez al año, el celaje áureo se convertía en una barra de oro que se descamaba en brillantes láminas. Cuando llegó, el paisaje estaba chapado con un baño de oro que envolvía hasta la copa de los más altos pinos. Recogió varios sacos del mineral, pero se detuvo al sentirse observado desde arriba: una serpiente gigantesca abrió su boca y devoró al buscador de tesoros. Fortalecida por el bocado en aquel momento de crítico esfuerzo, el reptil dejó atrás su vieja piel de escamas doradas.
Día 9. Tallerista: Lucía Casas Rey
"En el jardín", de esleongo
No había visto nada igual, me acerco con sigilo, pero no se mueve, está inerte. Escudriño por debajo, hay minúsculas piedras y maleza a su alrededor. Su color es parduzco, con tintes verdes. Parece el caparazón de una tortuga, pero puede ser un molusco cubierto con su concha, no estoy seguro. Voy por mi cámara y me acomodo mientras activo el lente macro. Pasan los minutos y sigue igual, ya he disparado lo suficiente desde todos los ángulos. Lo guardo con cuidado en un frasco de vidrio y lo llevo a mi habitación. Llamo a Teresa y le muestro mi hallazgo. Me da un coscorrón y me regaña furiosa, había perdido su pequeño bolso de cuero.
Día 10. Tallerista: Dakiny
“Noches de recreo”, de esleongo
Todos los días, a la hora de cerrar el museo, los turistas se marchan luego de observar las estatuas de arriba hacia abajo, de frente y por detrás, y de hacer comentarios de toda índole. Las esculturas siempre ansían que llegue ese momento, pues han permanecido varias horas inmóviles, como petrificadas. En la intimidad, bajan de sus pedestales; ya no imitan a personajes de la historia, ni a dioses, ni a modelos. Se relajan, estiran sus músculos, hacen flexiones, coquetean unas con otras, hasta tienen sexo. Las he visto muchas veces cuando subo a su piso para hacer la ronda. La última vez me sorprendieron y desde entonces toman sus precauciones: apenas cierran, se disfrazan de fantasmas y no puedo verlas. Dakiny
Día 11. Tallerista: Carlos Bortoni
"Incandescencia", por Malvadisco
Al atardecer, el rayo de sol se desnudó de su vaina lumínica y quedó desprotegido en forma de gusano espectral. Indefenso, debía esconderse en algún hueco de árbol o en una rendija de pared para evitar ser devorado; pero, atraído por el brillo del crepúsculo, el apagado ente ascendió hacia el cielo. Con su piel frágil y viscosa se revolcó en los celajes. Gratinado de fulgor, descendió, seguro y firme, hacia la oscuridad que lo acogió como una criatura más de la noche.
"Acromático" por Black dot
En el reino de colores el monarca es gris. Gris con sus ropas monótonas y la barba negra. Profundos y oscuros sus ojos: como pozos de agua pantanosa. Los habitantes adoran la luz y la naturaleza, pero tienen que hacerlo en silencio. Se enternecen con el retoño de una flor o el canto de un pájaro, pero lo mantienen en secreto. Van a sus trabajos, en oficinas oscuras, vestidos de negro y festejan los eclipses como fiestas nacionales. Hay aquellos que quieren darle color a la vida, para estos existe la fuerza anti cromática: los visitan en medio de la noche y desaparecen de la vida dejando solo una mancha negra.
"Transformación", por Cafe
Llegó al campamento militar con el deseo de mordisquear un pan y llevar a su enferma madre un plato con arroz. No consiguió nada; con los puños apretados regresa hambriento y con una fiera recién nacida en el alma.
"Reflejos", por Proserpina
Antes era completamente distinta, pero ahora mi transformación ha sido brutal: por más que intente ver a la persona que hay en mí, soy el monstruo que se mira al espejo.
Día 12. Tallerista: José T. Espinosa-Jácome
DESIERTO.
Día 13. Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
"Verano", de Patricia Redondo
Las cortinas que coloqué en la cocina, y que prometí descolgar cuando te fuiste, flotan con la brisa del verano. Me descubren, como si del telón de un teatro se tratara, la vida que un día tuvimos y que yo no me atrevo a imaginar mía nunca más. Hay una pareja muy joven. Intuyo, por la intensidad de sus miradas, que se descubren minuto a minuto. ¡Son tal la emoción y el regocijo! Todavía juegan a que cada día es distinto al anterior. Hay niños en el parque, y padres que les llaman para la cena. Hay polillas en la luz del ocaso, y mosquitos y polvo dorado. Hay llantos y gritos y algarabía. Todo eso es fuera. Dentro, solo el silencio.
"Viñeta común", de Cero
Subieron a Internet el video de un linchamiento a un ladrón, entre aquellos furiosos hay una chica de piernas preciosas: ella está como en trance. Volteo la mirada hacia la televisión. ¡Qué buenas escenas de persecuciones y balazos! Pero no puedo ver más, oprimo el botón de grabación y salgo. Camino dos calles y me encuentro con un hombre golpeando a una mujer. Ella me mira... Lo siento, odio llegar tarde al cine.
Día 14. Tallerista: Mónica Brasca
“Muda”, de Meminero Tui
En la banca de cantera me respiro: huelo a rancio. Me interno entre los arbustos, caigo hecho un ovillo. Asoma el niño que llevo dentro. Humedecen sus labios mi sonrisa. Reverdecen los pinos su mirada. Mis pies flotan en los zapatos. Me incorporo y dejó atrás la piel rugosa. Voy hacia otra luz.
“Reflejo”, de Black dot
En sus ojos había un bosque. Altos árboles de mil colores cuyas hojas se desplomaban, incesantes, sobre el sendero cubierto por escarcha. Sus dedos delgados acariciaban mi nuca. Blancos, helados dedos, insensibles como los de quien solo cumple con su trabajo. Con indiferente meticulosidad atravesaron mi ser. Percibí mi cuerpo cubierto de cálidos tonos: rojos, cafés, ocres... Entre tanta belleza otoñal, apenas destacaba mi mano yerta.
“Insomnio”, de Esleongo
Otra vez de noche, en mi cama, y el sueño que no llega. Imagino ovejas saltando la cerca, una tras otra se amontonan en el gran jardín que rodea mi casa. Toman impulso, algunas se atascan en el maderamen para caer sobre la grama. Luego se levantan con rapidez, pisotean las matas, se empujan afanosas. Al buen rato ya son más de trescientas; una hora después, llegan a mil. ¡Beeee!, ¡beeee!, me aturden. Imposible seguir contándolas. Asomo a la ventana para espantarlas, sin conseguirlo. Busco mi escopeta y la descargo sin compasión sobre el rebaño. Ahora son los vecinos los que se reúnen alborotados frente a mi puerta. No puedo atenderlos, agotado, rendido de sueño, caigo sobre el sofá del living.
Día 15. Tallerista invitada: Patricia Nasello
“Astral”, de Black dot
La luna se refleja en el arroyo. Ahí pasa horas contemplándose mientras trata de alisar las hebras plateadas de su cabellera estelar. Ve su lastimada cara. Las ranas, testigos de su dolor, la ven y croan una canción para alegrarla. Por la mañana, cansada de esperar, se esconde detrás de las montañas. Entonces el sol dorado e impaciente llega a buscarla. Así, día tras día y noche a noche, se repite esta triste danza de amor.
“La lectora”, de Telares
Sentada sobre una manta en posición de loto, la mujer enarbola su libro y lee. Parece en verdad concentrada, ajena a las bocinas, las sirenas, el olor a hamburguesa de los puestos callejeros y a la multitud apurada que la esquiva, indiferente. No está bien. Al menos es lo que anuncia con letra desprolija sobre un cartón trozado a mano: “Mujer sola y cansada, no tengo donde ir”. Los pocos que la miran se sorprenden y contados transeúntes aportan unas monedas a su plato de latón. La esquina elegida es ideal, pero ella no da el physique du rôle: es joven, bella y parece saludable. Por la noche, su ubicación privilegiada le jugará en contra. Cuando deje de leer y se disponga a dormir, no tendrá cómo apagar las luces de Broadway y la Séptima Avenida.
"Un día", por esleongo
Es de mañana, voy en busca de unos cuantos cocos. El sol, más rojo que amarillo y naranja, se asoma en el oriente. Vanidoso, se mira en el espejo cresta del océano. Atravieso la extensa playa, mis pies se hunden en la arena blanca y fina dejando huellas que luego borra la orilla del mar, mientras el murmullo del viento sobre las palmeras me invita a soñar; desde una inmensa roca me entretiene el golpeteo del mar, sonido que compite con el “rab-rab-rab” de los alcatraces que van y vienen y se posan en los mangles; decido enfrentar las olas sin oponer resistencia, pues me revuelcan a su antojo por largo rato. Pasan varias horas de un día maravilloso y regreso a casa. Cuando voy a ver, los olvidé, no traigo los cocos.
Día 16: Tallerista: Josep M. Nuévalos
"Selección natural", de Gata Blues
Eso es todo lo que resta de quien fui: gusanos repugnantes aprovechándose de mi ausencia.
"El Prodigio", de Malvadisco
Minutos antes la isla no estaba ahí. De pronto se materializó montada en el chantilly de la bruma sobre el plato esmerilado de las aguas tranquilas del estanque. Distinguí casas, jardines y gente en sus ocupaciones diarias. En el parque, los ancianos descansaban en los poyos, los niños jugaban en la fuente, mientras los amantes recorrían el lugar bajo los árboles en flor. El encalado faro, en el litoral, me atraía con su señal luminosa. Cada vez que el astro rey tocaba la lente de la torre, el haz de luz convulsionaba en reflejos tornasol. Con el agua por la rodilla, atravesé el charco hasta alcanzar la costa. Pero cuando estiré la mano para comprobar la veracidad de la visión, los pequeños habitantes del lugar, aterrorizados, gritaron: “Monstruo, monstruo”. Y el espejismo desapareció engullido por las volutas de la neblina.
"Comerciante", de Meminero Tui
Vendo nubes azucaradas en los parques y me entero de todo. Hoy protestan en el Jardín Morello contra los libros de ficción para niños, porque hacen que sus lectores vuelen con la imaginación y muchos pequeños Ícaros se han desplomado.
El lunes se unirán a la marcha de los ornitólogos en el vergel San Remo, contra el tendido de cables de alta tensión que electrocutan o mutilan aves.
Espero que la venta supere a la de hoy.
"Un sábado por la mañana", de Black dot
Estaba tirada en medio de la calle, ebria y envuelta en una sábana, la blancura de un pecho y el pezón oscuro sin cubrir. Los autos empezaron a acumularse y el sonido de los cláxones no se hizo esperar. Voltee a ver su cara. No estaba embriagada; era la conmoción por el golpe. Tenía un brazo roto. A metros de distancia los policías hablaban con el borracho que la atropelló. Vi como les daba dinero, billetes que los agentes se guardaron en la bolsa de la camisa. Regresaron caminando hasta ella. Se dirigieron a los curiosos. “Esta es puta y nos la vamos a llevar detenida” dijo uno de los gendarmes.
“Súbala al coche patrulla, pareja”, indico el otro.
Cuando la levantaron, todavía sin que se diera cuenta de lo que le sucedía, vi en la colcha, que solo le cubría la espalda, un letrero, “Hotel Parador”, decía.
"Cambio de turno", de Esleongo
En el interior de esta taberna escondida entre la noche, la joven lo espera ansiosamente arropada junto a la chimenea. Pasa su mano sobre el vidrio empañado, y lo ve venir. Él se acerca encorvado y con movimientos torpes. Camina lento sobre la nieve, apoyado en su bastón y envuelto en una capa raída. Tiene el rostro barbado y envejecido que se esconde bajo la escarcha cristalina que lo cubre. Ella corre jubilosa a recibirlo.
Desplomándose a su lado, el viejo Invierno exclama:
––Primavera, ahora sigues tú.
Día 17. Tallerista: El águila descalza
"Una tarde del verano", de Black dot
La anciana se sentó en la banca. El parque a esas horas estaba solo. Era un día gris y frío. El viento se metía por cualquier recoveco en la ropa y calaba los huesos. Las hojas de los robles y maples se venían abajo como suicidas tirándose de un puente. Y la viejilla seguía sentada en el mismo lugar. Hablaba sola, reía por momentos, luego lloraba y soltaba una carcajada. Al llegar a los linderos del parque volví la cabeza para mirarla una última vez. “Pobre mujer, debe estar loca”, pensé.
A la mañana siguiente la encontraron muerta en el parque.
"La feria", de esleongo
La calle se angosta, camino con dificultad entre la multitud. Toldos de trebejos y cachivaches, puestos de ropa y antigüedades, ritmos musicales a altos decibeles por todos lados. Una coquetona que lleva colgado sobre su cuello un collar hecho con tapas cerveceras, me sonríe y me muestra una cesta. Repaso su rostro y descubro en ella una fuente para beber sin pausa. Sus ojos verdes me inyectan deseos irreverentes, y sus labios me inducen a desfogar una lujuria jamás alcanzada. Su pelo se agita con cada movimiento de su cabeza. Decido comprarle un collar para acortar distancias. Mientras busco mi billetera, ella se entretiene con los flecos que cuelgan de mi chaqueta de cuero. Siento que nos vamos entendiendo, podría invitarla a un café o algo así. Toma el dinero, pero se distrae con un futuro comprador, que sonríe embelesado.
Día 18. Tallerista: Carmen Simón
“Cómplices”, de River Song
Aparto la vista del libro, disfruto del sol y vagabundeo con la mirada. Una niña juega con su muñeca al lado de una señora que habla por el celular, una pareja de abuelos da de comer a las palomas. Vuelvo a mirar a la niña. De uno en uno, le está arrancando los cabellos a la muñeca; su voz me llega como un susurro: “¡Calva te vas a ver mucho más linda!”. Retorno decididamente a mi lectura, pero ella no cesa: “¡Sin deditos, La Manquita te van a llamar!”. Doy vuelta a la página. “¡A alguien que yo sé le sobran los ojitos!” Comienzo a leer en voz alta, pero otra voz me ahoga las palabras: “¡Ayúdeme, por favor, ayúdeme!”, clama la muñeca. Su voz me recuerda a la de mi hija. Cierro el libro y me dirijo hacia ellas. De un manotazo, le arrebato la muñeca a la niña, y la mujer, sin cortar la llamada, me increpa. Trato de explicarle lo que ocurre, pero se niega a escucharme. Un policía interviene, me quita la muñeca y solicita una patrulla. La gente se arremolina a mi alrededor. Y mientras me arrestan, alcanzo a observar cómo la niña y la muñeca se sonríen.
Día 19. Tallerista: Fernando Pérez-Cárdenas
DESIERTO.
Día 20. Tallerista: José Manuel Ortiz Soto
"Escondite", de Black dot
El bosque luce hermoso en esta época del año. El viento frio provoca que las hojas se desprendan de las ramas y caigan lentas, cual aves, hasta descansar en el piso. En los senderos parece que una alfombra de color ocre cubre la tierra y el olor a humedad y a pino lo impregna todo. Uno puede escuchar el taca taca taca de los pájaros carpinteros en los troncos, puede ver las ardillas y conejos que buscan comida antes de invernar. La soledad se aferra a todos los espacios vacíos y conduce a una triste dama al interior el bosque, donde jamás será encontrada.
Jurado del mes: María Luisa Lazzaro
Tema propuesto: buscar la microhistoria que se revela de lo que miramos.
Día 1. Tallerista: Elisa de Armas
DESIERTO
Día 2. Tallerista: José Luis Velarde
“Simbiosis”, de Enigmática
La miro, sus pupilas son las mías. El aire que entra en sus pulmones oxigena los míos. Nos contamos un secreto, lo guardamos en silencio. Duerme, duermo, soñamos el mismo sueño. Al andar, caminamos en la misma dirección. Alzamos el vuelo, nuestras alas son dos. Reímos al unísono, alegramos el corazón... Si yo soy yo ¿Quién es quién de las dos?
“Anónimo”, de Crispín
El viejo pino, vencido por las sombras y el viento, reptaba bajo el aroma verde y vivo del bosque de coníferas. Vi entonces entre sus ramas, sobre el tocón de una antigua poda, unas pequeñas acículas que, sin ser un milagro de la primavera, retaban a su certera muerte.
“Las horas pasan”, de Esleongo
Mientras la luz de la vela queda sin aliento, una araña cuelga de su tela y se agranda en su sombra con extrañas figuras. Pienso aplicarle insecticida, pero desisto porque puedo morir de tedio.
“Un domingo”, de Meminero Tui
Veo familias felices, niños que juegan, novios cariñosos, globos que huyen. El viento es agradable. Oscilo. En mi tronco los latidos de la savia. Choco mi copa con la del vecino. Sacudo mis ramas, mis hojas caen, hundo mis raíces bajo tierra. Un perro sarnoso se acerca, me olfatea y orina.
Día 3. Tallerista: Juan Manuel Montes
"Meditación urbana", por Eusebio Tecate
Me quedo quieto, sentado en la banca del parque. Pongo mis manos en las rodillas y cierro los ojos. Respiro hondo. Trato de concentrar toda mi atención en el proceso de la respiración. El aire fluye desde mi nariz hasta lo más profundo de mis pulmones. No logro siquiera relajarme: el olor a tamales lo arruina todo. Cambio de sitio una y otra vez, pero los olores, los ruidos, los empujones y la lluvia que recién ha comenzado me hacen perder el foco. Y así deambulo. De pronto, aunque me estoy mojando y los cláxones de los autos pudieran reventar mis tímpanos, conquisto la concentración. El tráfico vehicular se detiene y un policía corre hacia mí grita órdenes que ignoro. Estoy inmóvil en medio de la avenida, mientras siento mis pulmones inflándose cuando aspiro y disfruto de los chorros de aire que viajan raudos por mis orificios nasales al exhalar.
Abro mis ojos y todo sucede en cámara lenta: el tráfico, el policía, la gente. Entiendo que la eternidad dura un instante.
Luego sigo con mi vida.
Día 4. Tallerista: Marcial Fernández
NO SE PRESENTARON MINIFICCIONES.
Día 5. Tallerista: Tequila, en reemplazo de Víctor Antero Flores
DESIERTO.
Día 6: Tallerista: Daniela Truman
"Percepción", de Black dot
Cirilo camina por el sendero. Siente el aire acariciar su piel, el calor que lo envuelve. Respira el olor de la naturaleza que explota en la primavera prodigiosa. Escucha el zumbido de los mosquitos y abejas que se alborotan a su paso. Los colores brincan a la vista; rojos, amarillos, lilas, azules... sigue su marcha sin importar lo hermoso de la escena. Si tan solo Cirilo pudiese ver con esos ojos muertos, esta sería otra historia.
"Sesión continua", de Gata Blues
Rebeca está ahí, en la memoria de mi cavernoso cerebro. Sé que no va a volver, que su cuerpo yace en las tenebrosas aguas del acantilado, pero su ausente presencia se hace cada vez más insoportable. Me muevo entre tinieblas, esperando que su sombra desaparezca del recuerdo vivo que guardo de ella. Su pertinaz tesón por hacerme sufrir va más allá de los límites de esa maldita escalera de caracol, del cuadro al final del pasillo y de la arisca ama de llaves: mi obsesión súbita por la doble ración de palomitas y mi visceral afición por el cine, impregnan el fondo negro del arma homicida.
Día 7. Tallerista: Carlos de Bella (Sapo)
“Supervivencia”, de manlyf
Soy la última. Me pone nerviosa que haya tanta gente delante pero esta es la caja más cercana a la salida del súper. Veo carros repletos de artículos, los de limpieza no me llaman la atención pero muchos otros son alimentos que jamás he comido. Ni lo pienso, abultan demasiado. Me toca turno. Pongo sobre el mostrador el paquete de salchichas, la cajera mira primero mi bolso, después su mirada alcanza la mía, me siento descubierta pero con una sonrisa acepta mi euro y me da la vuelta.
Hoy tengo postre, mañana Dios dirá.
“Mi destino”, de esleongo
La hamaca me arrulla, siento un insecto sobre mi mano e imagino que es una mariposa. Estoy casi seguro. El viento quiere decirme algo y el sol de primavera se acomoda a mi lado. Duermo largo rato, ahora el sabor de la mañana es tardío. Ver no puedo, caminar tampoco. Si no muero, mañana será otro día.
Día 8. Tallerista: Lola Díaz-Ambrona
"Vacación", por Black Dot.
Raquel se probó el bikini frente al espejo. No lo hizo para ver si le iba bien a su cuerpo, eso era lo de menos. En el piso de la tienda, sintió el calor del sol y la textura de la arena dorada de la playa. Imaginó parasoles blancos y palmeras con cocos, mientras el aroma de una piña colada excitaba su paladar y los pelicanos surcaban el cielo azul. En una esquina, cerca de su cabeza, la puesta de sol era esplendida. Sintió las manos masculinas recorrer su piel y se estremeció de placer. Al salir del vestidor, aún escuchando el sonido de las olas, sus ojos vislumbraron el rostro del amante, triste al verla partir.
"La Muda", por Malvadisco.
Marchó hacia la puesta del sol, rumbo a las montañas. Solo una vez al año, el celaje áureo se convertía en una barra de oro que se descamaba en brillantes láminas. Cuando llegó, el paisaje estaba chapado con un baño de oro que envolvía hasta la copa de los más altos pinos. Recogió varios sacos del mineral, pero se detuvo al sentirse observado desde arriba: una serpiente gigantesca abrió su boca y devoró al buscador de tesoros. Fortalecida por el bocado en aquel momento de crítico esfuerzo, el reptil dejó atrás su vieja piel de escamas doradas.
Día 9. Tallerista: Lucía Casas Rey
"En el jardín", de esleongo
No había visto nada igual, me acerco con sigilo, pero no se mueve, está inerte. Escudriño por debajo, hay minúsculas piedras y maleza a su alrededor. Su color es parduzco, con tintes verdes. Parece el caparazón de una tortuga, pero puede ser un molusco cubierto con su concha, no estoy seguro. Voy por mi cámara y me acomodo mientras activo el lente macro. Pasan los minutos y sigue igual, ya he disparado lo suficiente desde todos los ángulos. Lo guardo con cuidado en un frasco de vidrio y lo llevo a mi habitación. Llamo a Teresa y le muestro mi hallazgo. Me da un coscorrón y me regaña furiosa, había perdido su pequeño bolso de cuero.
Día 10. Tallerista: Dakiny
“Noches de recreo”, de esleongo
Todos los días, a la hora de cerrar el museo, los turistas se marchan luego de observar las estatuas de arriba hacia abajo, de frente y por detrás, y de hacer comentarios de toda índole. Las esculturas siempre ansían que llegue ese momento, pues han permanecido varias horas inmóviles, como petrificadas. En la intimidad, bajan de sus pedestales; ya no imitan a personajes de la historia, ni a dioses, ni a modelos. Se relajan, estiran sus músculos, hacen flexiones, coquetean unas con otras, hasta tienen sexo. Las he visto muchas veces cuando subo a su piso para hacer la ronda. La última vez me sorprendieron y desde entonces toman sus precauciones: apenas cierran, se disfrazan de fantasmas y no puedo verlas. Dakiny
Día 11. Tallerista: Carlos Bortoni
"Incandescencia", por Malvadisco
Al atardecer, el rayo de sol se desnudó de su vaina lumínica y quedó desprotegido en forma de gusano espectral. Indefenso, debía esconderse en algún hueco de árbol o en una rendija de pared para evitar ser devorado; pero, atraído por el brillo del crepúsculo, el apagado ente ascendió hacia el cielo. Con su piel frágil y viscosa se revolcó en los celajes. Gratinado de fulgor, descendió, seguro y firme, hacia la oscuridad que lo acogió como una criatura más de la noche.
"Acromático" por Black dot
En el reino de colores el monarca es gris. Gris con sus ropas monótonas y la barba negra. Profundos y oscuros sus ojos: como pozos de agua pantanosa. Los habitantes adoran la luz y la naturaleza, pero tienen que hacerlo en silencio. Se enternecen con el retoño de una flor o el canto de un pájaro, pero lo mantienen en secreto. Van a sus trabajos, en oficinas oscuras, vestidos de negro y festejan los eclipses como fiestas nacionales. Hay aquellos que quieren darle color a la vida, para estos existe la fuerza anti cromática: los visitan en medio de la noche y desaparecen de la vida dejando solo una mancha negra.
"Transformación", por Cafe
Llegó al campamento militar con el deseo de mordisquear un pan y llevar a su enferma madre un plato con arroz. No consiguió nada; con los puños apretados regresa hambriento y con una fiera recién nacida en el alma.
"Reflejos", por Proserpina
Antes era completamente distinta, pero ahora mi transformación ha sido brutal: por más que intente ver a la persona que hay en mí, soy el monstruo que se mira al espejo.
Día 12. Tallerista: José T. Espinosa-Jácome
DESIERTO.
Día 13. Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
"Verano", de Patricia Redondo
Las cortinas que coloqué en la cocina, y que prometí descolgar cuando te fuiste, flotan con la brisa del verano. Me descubren, como si del telón de un teatro se tratara, la vida que un día tuvimos y que yo no me atrevo a imaginar mía nunca más. Hay una pareja muy joven. Intuyo, por la intensidad de sus miradas, que se descubren minuto a minuto. ¡Son tal la emoción y el regocijo! Todavía juegan a que cada día es distinto al anterior. Hay niños en el parque, y padres que les llaman para la cena. Hay polillas en la luz del ocaso, y mosquitos y polvo dorado. Hay llantos y gritos y algarabía. Todo eso es fuera. Dentro, solo el silencio.
"Viñeta común", de Cero
Subieron a Internet el video de un linchamiento a un ladrón, entre aquellos furiosos hay una chica de piernas preciosas: ella está como en trance. Volteo la mirada hacia la televisión. ¡Qué buenas escenas de persecuciones y balazos! Pero no puedo ver más, oprimo el botón de grabación y salgo. Camino dos calles y me encuentro con un hombre golpeando a una mujer. Ella me mira... Lo siento, odio llegar tarde al cine.
Día 14. Tallerista: Mónica Brasca
“Muda”, de Meminero Tui
En la banca de cantera me respiro: huelo a rancio. Me interno entre los arbustos, caigo hecho un ovillo. Asoma el niño que llevo dentro. Humedecen sus labios mi sonrisa. Reverdecen los pinos su mirada. Mis pies flotan en los zapatos. Me incorporo y dejó atrás la piel rugosa. Voy hacia otra luz.
“Reflejo”, de Black dot
En sus ojos había un bosque. Altos árboles de mil colores cuyas hojas se desplomaban, incesantes, sobre el sendero cubierto por escarcha. Sus dedos delgados acariciaban mi nuca. Blancos, helados dedos, insensibles como los de quien solo cumple con su trabajo. Con indiferente meticulosidad atravesaron mi ser. Percibí mi cuerpo cubierto de cálidos tonos: rojos, cafés, ocres... Entre tanta belleza otoñal, apenas destacaba mi mano yerta.
“Insomnio”, de Esleongo
Otra vez de noche, en mi cama, y el sueño que no llega. Imagino ovejas saltando la cerca, una tras otra se amontonan en el gran jardín que rodea mi casa. Toman impulso, algunas se atascan en el maderamen para caer sobre la grama. Luego se levantan con rapidez, pisotean las matas, se empujan afanosas. Al buen rato ya son más de trescientas; una hora después, llegan a mil. ¡Beeee!, ¡beeee!, me aturden. Imposible seguir contándolas. Asomo a la ventana para espantarlas, sin conseguirlo. Busco mi escopeta y la descargo sin compasión sobre el rebaño. Ahora son los vecinos los que se reúnen alborotados frente a mi puerta. No puedo atenderlos, agotado, rendido de sueño, caigo sobre el sofá del living.
Día 15. Tallerista invitada: Patricia Nasello
“Astral”, de Black dot
La luna se refleja en el arroyo. Ahí pasa horas contemplándose mientras trata de alisar las hebras plateadas de su cabellera estelar. Ve su lastimada cara. Las ranas, testigos de su dolor, la ven y croan una canción para alegrarla. Por la mañana, cansada de esperar, se esconde detrás de las montañas. Entonces el sol dorado e impaciente llega a buscarla. Así, día tras día y noche a noche, se repite esta triste danza de amor.
“La lectora”, de Telares
Sentada sobre una manta en posición de loto, la mujer enarbola su libro y lee. Parece en verdad concentrada, ajena a las bocinas, las sirenas, el olor a hamburguesa de los puestos callejeros y a la multitud apurada que la esquiva, indiferente. No está bien. Al menos es lo que anuncia con letra desprolija sobre un cartón trozado a mano: “Mujer sola y cansada, no tengo donde ir”. Los pocos que la miran se sorprenden y contados transeúntes aportan unas monedas a su plato de latón. La esquina elegida es ideal, pero ella no da el physique du rôle: es joven, bella y parece saludable. Por la noche, su ubicación privilegiada le jugará en contra. Cuando deje de leer y se disponga a dormir, no tendrá cómo apagar las luces de Broadway y la Séptima Avenida.
"Un día", por esleongo
Es de mañana, voy en busca de unos cuantos cocos. El sol, más rojo que amarillo y naranja, se asoma en el oriente. Vanidoso, se mira en el espejo cresta del océano. Atravieso la extensa playa, mis pies se hunden en la arena blanca y fina dejando huellas que luego borra la orilla del mar, mientras el murmullo del viento sobre las palmeras me invita a soñar; desde una inmensa roca me entretiene el golpeteo del mar, sonido que compite con el “rab-rab-rab” de los alcatraces que van y vienen y se posan en los mangles; decido enfrentar las olas sin oponer resistencia, pues me revuelcan a su antojo por largo rato. Pasan varias horas de un día maravilloso y regreso a casa. Cuando voy a ver, los olvidé, no traigo los cocos.
Día 16: Tallerista: Josep M. Nuévalos
"Selección natural", de Gata Blues
Eso es todo lo que resta de quien fui: gusanos repugnantes aprovechándose de mi ausencia.
"El Prodigio", de Malvadisco
Minutos antes la isla no estaba ahí. De pronto se materializó montada en el chantilly de la bruma sobre el plato esmerilado de las aguas tranquilas del estanque. Distinguí casas, jardines y gente en sus ocupaciones diarias. En el parque, los ancianos descansaban en los poyos, los niños jugaban en la fuente, mientras los amantes recorrían el lugar bajo los árboles en flor. El encalado faro, en el litoral, me atraía con su señal luminosa. Cada vez que el astro rey tocaba la lente de la torre, el haz de luz convulsionaba en reflejos tornasol. Con el agua por la rodilla, atravesé el charco hasta alcanzar la costa. Pero cuando estiré la mano para comprobar la veracidad de la visión, los pequeños habitantes del lugar, aterrorizados, gritaron: “Monstruo, monstruo”. Y el espejismo desapareció engullido por las volutas de la neblina.
"Comerciante", de Meminero Tui
Vendo nubes azucaradas en los parques y me entero de todo. Hoy protestan en el Jardín Morello contra los libros de ficción para niños, porque hacen que sus lectores vuelen con la imaginación y muchos pequeños Ícaros se han desplomado.
El lunes se unirán a la marcha de los ornitólogos en el vergel San Remo, contra el tendido de cables de alta tensión que electrocutan o mutilan aves.
Espero que la venta supere a la de hoy.
"Un sábado por la mañana", de Black dot
Estaba tirada en medio de la calle, ebria y envuelta en una sábana, la blancura de un pecho y el pezón oscuro sin cubrir. Los autos empezaron a acumularse y el sonido de los cláxones no se hizo esperar. Voltee a ver su cara. No estaba embriagada; era la conmoción por el golpe. Tenía un brazo roto. A metros de distancia los policías hablaban con el borracho que la atropelló. Vi como les daba dinero, billetes que los agentes se guardaron en la bolsa de la camisa. Regresaron caminando hasta ella. Se dirigieron a los curiosos. “Esta es puta y nos la vamos a llevar detenida” dijo uno de los gendarmes.
“Súbala al coche patrulla, pareja”, indico el otro.
Cuando la levantaron, todavía sin que se diera cuenta de lo que le sucedía, vi en la colcha, que solo le cubría la espalda, un letrero, “Hotel Parador”, decía.
"Cambio de turno", de Esleongo
En el interior de esta taberna escondida entre la noche, la joven lo espera ansiosamente arropada junto a la chimenea. Pasa su mano sobre el vidrio empañado, y lo ve venir. Él se acerca encorvado y con movimientos torpes. Camina lento sobre la nieve, apoyado en su bastón y envuelto en una capa raída. Tiene el rostro barbado y envejecido que se esconde bajo la escarcha cristalina que lo cubre. Ella corre jubilosa a recibirlo.
Desplomándose a su lado, el viejo Invierno exclama:
––Primavera, ahora sigues tú.
Día 17. Tallerista: El águila descalza
"Una tarde del verano", de Black dot
La anciana se sentó en la banca. El parque a esas horas estaba solo. Era un día gris y frío. El viento se metía por cualquier recoveco en la ropa y calaba los huesos. Las hojas de los robles y maples se venían abajo como suicidas tirándose de un puente. Y la viejilla seguía sentada en el mismo lugar. Hablaba sola, reía por momentos, luego lloraba y soltaba una carcajada. Al llegar a los linderos del parque volví la cabeza para mirarla una última vez. “Pobre mujer, debe estar loca”, pensé.
A la mañana siguiente la encontraron muerta en el parque.
"La feria", de esleongo
La calle se angosta, camino con dificultad entre la multitud. Toldos de trebejos y cachivaches, puestos de ropa y antigüedades, ritmos musicales a altos decibeles por todos lados. Una coquetona que lleva colgado sobre su cuello un collar hecho con tapas cerveceras, me sonríe y me muestra una cesta. Repaso su rostro y descubro en ella una fuente para beber sin pausa. Sus ojos verdes me inyectan deseos irreverentes, y sus labios me inducen a desfogar una lujuria jamás alcanzada. Su pelo se agita con cada movimiento de su cabeza. Decido comprarle un collar para acortar distancias. Mientras busco mi billetera, ella se entretiene con los flecos que cuelgan de mi chaqueta de cuero. Siento que nos vamos entendiendo, podría invitarla a un café o algo así. Toma el dinero, pero se distrae con un futuro comprador, que sonríe embelesado.
Día 18. Tallerista: Carmen Simón
“Cómplices”, de River Song
Aparto la vista del libro, disfruto del sol y vagabundeo con la mirada. Una niña juega con su muñeca al lado de una señora que habla por el celular, una pareja de abuelos da de comer a las palomas. Vuelvo a mirar a la niña. De uno en uno, le está arrancando los cabellos a la muñeca; su voz me llega como un susurro: “¡Calva te vas a ver mucho más linda!”. Retorno decididamente a mi lectura, pero ella no cesa: “¡Sin deditos, La Manquita te van a llamar!”. Doy vuelta a la página. “¡A alguien que yo sé le sobran los ojitos!” Comienzo a leer en voz alta, pero otra voz me ahoga las palabras: “¡Ayúdeme, por favor, ayúdeme!”, clama la muñeca. Su voz me recuerda a la de mi hija. Cierro el libro y me dirijo hacia ellas. De un manotazo, le arrebato la muñeca a la niña, y la mujer, sin cortar la llamada, me increpa. Trato de explicarle lo que ocurre, pero se niega a escucharme. Un policía interviene, me quita la muñeca y solicita una patrulla. La gente se arremolina a mi alrededor. Y mientras me arrestan, alcanzo a observar cómo la niña y la muñeca se sonríen.
Día 19. Tallerista: Fernando Pérez-Cárdenas
DESIERTO.
Día 20. Tallerista: José Manuel Ortiz Soto
"Escondite", de Black dot
El bosque luce hermoso en esta época del año. El viento frio provoca que las hojas se desprendan de las ramas y caigan lentas, cual aves, hasta descansar en el piso. En los senderos parece que una alfombra de color ocre cubre la tierra y el olor a humedad y a pino lo impregna todo. Uno puede escuchar el taca taca taca de los pájaros carpinteros en los troncos, puede ver las ardillas y conejos que buscan comida antes de invernar. La soledad se aferra a todos los espacios vacíos y conduce a una triste dama al interior el bosque, donde jamás será encontrada.
Crupier
13 de December de 2017 / 12:11
13 de December de 2017 / 12:11
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