Ni sumisas, ni devotas
Se la entregaron nuevecita. ¡Y era tan hermosa! Sin embargo, casi desde el primer día, notó que las cosas no iban a marchar como él había imaginado. La muchacha era curiosa sobremanera y todo lo cuestionaba. En el fondo de sus ojos siempre había una chispita de disconformidad y su carácter tornaba a veces díscolo, cuando no declaradamente rebelde. A pesar de todo le gustaba. Adoraba el contoneo de sus caderas al caminar, la forma de su risa y hasta el mohín levantisco de su labio cuando se enfadaba. Por eso cuando ella, harta de no tener respuesta a sus preguntas, se marchó con la serpiente, a él se le rompió el corazón en dos.
Cuando Dios volvió a preguntarle si quería que le inventase algún ser para no estar solo, Adán negó con la cabeza y esa fue toda su respuesta.
Cuando Dios volvió a preguntarle si quería que le inventase algún ser para no estar solo, Adán negó con la cabeza y esa fue toda su respuesta.
Patricia Redondo
01 de December de 2017 / 04:49
01 de December de 2017 / 04:49
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