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La feria
La calle se angosta, casi no puedo caminar entre la multitud. A lado y lado, los toldos atestados de trebejos y cachivaches no me dejan decidir qué es lo mejor para comprar. Una exótica diablilla lleva colgado sobre su fino cuello un raro collar entrelazado con tornillos y tapas de cerveza, y me atrae coquetamente invitándome a comprar alguno de los que lleva en una cesta. No puedo quitar la vista de su hermoso rostro y descubro en él una deliciosa fuente para beber sin pausa. Sus ojos verdes me inyectan irreverentes deseos, y sus labios frescos y sensuales me inducen a desfogar una lujuria jamás alcanzada. No sé qué decir, estoy embrujado. De pronto, alguien la llama; por el brillo de sus ojos, intuyo que es su hombre. Da la vuelta y se pierde entre la gente.
La calle se angosta, casi no puedo caminar entre la multitud. A lado y lado, los toldos atestados de trebejos y cachivaches no me dejan decidir qué es lo mejor para comprar. Una exótica diablilla lleva colgado sobre su fino cuello un raro collar entrelazado con tornillos y tapas de cerveza, y me atrae coquetamente invitándome a comprar alguno de los que lleva en una cesta. No puedo quitar la vista de su hermoso rostro y descubro en él una deliciosa fuente para beber sin pausa. Sus ojos verdes me inyectan irreverentes deseos, y sus labios frescos y sensuales me inducen a desfogar una lujuria jamás alcanzada. No sé qué decir, estoy embrujado. De pronto, alguien la llama; por el brillo de sus ojos, intuyo que es su hombre. Da la vuelta y se pierde entre la gente.
esleongo
17 de November de 2017 / 15:19
17 de November de 2017 / 15:19
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