Es muy de mañana, voy en busca de unos cuantos cocos. El sol, más rojo que amarillo y naranja, se asoma en el oriente, y muy vanidoso se mira en el espejo del mar. Atravieso la extensa playa, mis pies dejan huella en la arena blanca y fina, mientras el murmullo del viento sobre las palmeras me invita a soñar; desde una inmensa roca me entretiene el golpeteo del mar, sonido que compite con el “rab-rab-rab” de los alcatraces que van y vienen y se posan en los mangles; decido enfrentar las olas sin oponer resistencia, pues me revuelcan a su antojo por largo rato. Pasan varias horas de un día maravilloso y regreso a casa. Cuando voy a ver, no tengo cocos.
esleongo
14 de November de 2017 / 11:36
Un día 14 de November de 2017 / 11:36
esleongo
 

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