Excusas, no son trescientos, son trescientas...
Insomnio
Otra vez de noche, ya estoy en cama. Como el sueño no llega, imagino ovejas saltando la cerca y amontonándose una tras otra en el gran jardín que rodea mi casa. La oscuridad no me impide verlas tomar impulso y observar cómo algunas se enredan en el maderamen para caer sobre la grama, levantándose con rapidez. Al buen rato ya son más de trescientas, más luego llegan a mil, todas blancas y coposas como la lana. Se agolpan frente a mi puerta que golpetean con sus patas, pero balan tanto, ¡beeee!, ¡beeee!, que no me dejan dormir.
Otra vez de noche, ya estoy en cama. Como el sueño no llega, imagino ovejas saltando la cerca y amontonándose una tras otra en el gran jardín que rodea mi casa. La oscuridad no me impide verlas tomar impulso y observar cómo algunas se enredan en el maderamen para caer sobre la grama, levantándose con rapidez. Al buen rato ya son más de trescientas, más luego llegan a mil, todas blancas y coposas como la lana. Se agolpan frente a mi puerta que golpetean con sus patas, pero balan tanto, ¡beeee!, ¡beeee!, que no me dejan dormir.
esleongo
14 de November de 2017 / 08:27
14 de November de 2017 / 08:27
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