La isla
Cuando despertó, la ciudad seguí ahí. De la cola a la coronilla, le engraparon una línea férrea por donde corría el tren. Le extrajeron los dientes de la boca entreabierta para molerlos y blanquear las viviendas. Sembraron tomates y cereales en sus patas y le congestionaron la nariz con un cultivo de trufas. Pero después de la primera sacudida, no quedaban ni edificios ni personas. El plesiosaurio se sumergió en el mar llevándose a Monterroso que seguía soñando, aferrado al largo cuello no urbanizado, con vender más títulos de propiedad.
Malvadisco
14 de October de 2017 / 23:51
14 de October de 2017 / 23:51
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