Porra erotizada
Estas fueron mis favoritas:
Un primerísimo lugar que me ha encantado porque reúne todas las condiciones exigidas en la convocatoria:
Día 17. Tallerista: El águila descalza
"Después del placer", de Black Dot
Sentada en el columpio, sus pies descalzos apenas tocan la grama, rozan el plumaje del ánade, y ella se estremece con el solo contacto. Abre las piernas y, con el cuello, el animal le comienza a acariciar los muslos. Avanza hasta llegar al sexo de la doncella que cierra los ojos y se abandona en el placer que estremece su cuerpo y le roba la razón. Leda, con el dulce sabor del orgasmo todavía en la boca, se descubre húmeda, jadeante, sorprendida al abrir los ojos y ver al ganso, tendido en el pasto, fumando un cigarrillo.
Segundo lugar:
Día 6: Tallerista: Daniela Truman
"Venus Calipigia", de Taras vulva
Siendo agalmatofílico, como demuestra mi certificado, entenderá de mi pasión por el arte, por eso y estando en Nápoles no pude evitar una visita al Museo Arqueológico.
Estaba casi vacío, el vigilante sentado, dormitaba apoyado en la pared, el calor del verano y la visión de tantos cuerpos desnudos marmóreos, donde se reflejaban los rayos rojizos del sol que entraban a través de las persianas, me puso en estado de excitación, me desnudé y como un Príapo locuelo, fui saltando de un grupo escultórico a otro. Di por culo, metafóricamente hablando a un Hércules musculado, me situé entre las tres Gracias y me hice un selfie y luego le metí el pito en la boca a una Bacante.
Me volví y al otro lado de la sala estaba ella, sola, de espaldas pero me miraba a mí, tenía el peplo recogido dejando sus nalgas, prodigiosas, al descubierto. Me acerqué y besé su culo, el culo de la Venus Calipigia más maravilloso que hubiera contemplado.
Me subí al pedestal y besándola en la boca mientras la abrazaba, apoyé mi miembro entre sus nalgas y mis secreciones lustraron el frío mármol pudiendo entonces moverme arriba y abajo. Mi deseo creció y embestía cada vez con más fuerza, tanta, que al correrme, caímos los dos, ella rota y yo mojado y al estropicio que se formó acudió el guardián adormilado y un grupo de niñas de colegio con su profesora.
Espero que sepa perdonarme, Señoría.
Tercer lugar:
Día 16: Tallerista: Josep M. Nuévalos
"Prueba sorpresa", de Rayuela
Cuentan que en el vigésimo año de tensa espera, Penélope en verdad deseaba elegir nuevo esposo entre la multitud de jóvenes pretendientes que acostumbraban holgazanear en los jardines del palacio. La camaradería entre ellos crecía al ritmo de sus barrigas, mientras disfrutaban de exquisitos banquetes regados por el copioso vino de las tinajas. La bella entre las mujeres solía contemplarlos de lejos, indecisa, hasta que un día se acercó para evaluarlos con más detenimiento. Se supo que ninguno alcanzó con honores las expectativas de Penélope cuando los hizo poner en fila y les ordenó: “¡Alzad vuestras túnicas!”.
Y una única mención:
Día 20. Tallerista: Lola Díaz-Tequila
"Sismo", por Rudolf.
El joven Xanto, de rubios cabellos, deseaba alcanzar la inmortalidad de los dioses. Valiéndose de su belleza y de su verga poderosa alcanzó la morada de las Moiras, quienes, al contemplar el hermoso cuerpo lleno de vigor, olvidaron su virtud de siglos. Negoció el muchacho y acordó con ellas que, si lograba satisfacerlas a las tres, jamás le cortarían el hilo de la vida. Se inició el cumplimiento del trato con Átropos, la inevitable, en cuyo cuerpo sarmentoso brotaron los jugos de la lejana juventud. Enloquecida de placer y de celos no pudo soportar la idea de que Xantos yaciera con sus hermanas y, atada por su promesa, usó las tijeras para arrebatarle la virilidad.
El cosmos vibró no por los alaridos de dolor del muchacho —conocido desde entonces como "el inmortal castrado"—, sino por los de rabia de Cloto y Laquesis, al verse privadas para siempre de gozarlo.
Un primerísimo lugar que me ha encantado porque reúne todas las condiciones exigidas en la convocatoria:
Día 17. Tallerista: El águila descalza
"Después del placer", de Black Dot
Sentada en el columpio, sus pies descalzos apenas tocan la grama, rozan el plumaje del ánade, y ella se estremece con el solo contacto. Abre las piernas y, con el cuello, el animal le comienza a acariciar los muslos. Avanza hasta llegar al sexo de la doncella que cierra los ojos y se abandona en el placer que estremece su cuerpo y le roba la razón. Leda, con el dulce sabor del orgasmo todavía en la boca, se descubre húmeda, jadeante, sorprendida al abrir los ojos y ver al ganso, tendido en el pasto, fumando un cigarrillo.
Segundo lugar:
Día 6: Tallerista: Daniela Truman
"Venus Calipigia", de Taras vulva
Siendo agalmatofílico, como demuestra mi certificado, entenderá de mi pasión por el arte, por eso y estando en Nápoles no pude evitar una visita al Museo Arqueológico.
Estaba casi vacío, el vigilante sentado, dormitaba apoyado en la pared, el calor del verano y la visión de tantos cuerpos desnudos marmóreos, donde se reflejaban los rayos rojizos del sol que entraban a través de las persianas, me puso en estado de excitación, me desnudé y como un Príapo locuelo, fui saltando de un grupo escultórico a otro. Di por culo, metafóricamente hablando a un Hércules musculado, me situé entre las tres Gracias y me hice un selfie y luego le metí el pito en la boca a una Bacante.
Me volví y al otro lado de la sala estaba ella, sola, de espaldas pero me miraba a mí, tenía el peplo recogido dejando sus nalgas, prodigiosas, al descubierto. Me acerqué y besé su culo, el culo de la Venus Calipigia más maravilloso que hubiera contemplado.
Me subí al pedestal y besándola en la boca mientras la abrazaba, apoyé mi miembro entre sus nalgas y mis secreciones lustraron el frío mármol pudiendo entonces moverme arriba y abajo. Mi deseo creció y embestía cada vez con más fuerza, tanta, que al correrme, caímos los dos, ella rota y yo mojado y al estropicio que se formó acudió el guardián adormilado y un grupo de niñas de colegio con su profesora.
Espero que sepa perdonarme, Señoría.
Tercer lugar:
Día 16: Tallerista: Josep M. Nuévalos
"Prueba sorpresa", de Rayuela
Cuentan que en el vigésimo año de tensa espera, Penélope en verdad deseaba elegir nuevo esposo entre la multitud de jóvenes pretendientes que acostumbraban holgazanear en los jardines del palacio. La camaradería entre ellos crecía al ritmo de sus barrigas, mientras disfrutaban de exquisitos banquetes regados por el copioso vino de las tinajas. La bella entre las mujeres solía contemplarlos de lejos, indecisa, hasta que un día se acercó para evaluarlos con más detenimiento. Se supo que ninguno alcanzó con honores las expectativas de Penélope cuando los hizo poner en fila y les ordenó: “¡Alzad vuestras túnicas!”.
Y una única mención:
Día 20. Tallerista: Lola Díaz-Tequila
"Sismo", por Rudolf.
El joven Xanto, de rubios cabellos, deseaba alcanzar la inmortalidad de los dioses. Valiéndose de su belleza y de su verga poderosa alcanzó la morada de las Moiras, quienes, al contemplar el hermoso cuerpo lleno de vigor, olvidaron su virtud de siglos. Negoció el muchacho y acordó con ellas que, si lograba satisfacerlas a las tres, jamás le cortarían el hilo de la vida. Se inició el cumplimiento del trato con Átropos, la inevitable, en cuyo cuerpo sarmentoso brotaron los jugos de la lejana juventud. Enloquecida de placer y de celos no pudo soportar la idea de que Xantos yaciera con sus hermanas y, atada por su promesa, usó las tijeras para arrebatarle la virilidad.
El cosmos vibró no por los alaridos de dolor del muchacho —conocido desde entonces como "el inmortal castrado"—, sino por los de rabia de Cloto y Laquesis, al verse privadas para siempre de gozarlo.
Malvadisco
05 de September de 2017 / 11:06
05 de September de 2017 / 11:06
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