El joven Xanto, de rubios cabellos, deseaba alcanzar la inmortalidad de los dioses. Valiéndose de su belleza y de su verga poderosa alcanzó la morada de las Moiras, quienes, al contemplar el hermoso cuerpo lleno de vigor, olvidaron su virtud de siglos. Negoció el muchacho y acordó con ellas que, si lograba satisfacerlas a las tres, jamás le cortarían el hilo de la vida. Se inició el cumplimiento del trato con Átropos, la inevitable, en cuyo cuerpo sarmentoso brotaron los jugos de la lejana juventud. Enloquecida de placer y de celos no pudo soportar la idea de que Xantos yaciera con sus hermanas y, atada por su promesa, usó las tijeras para arrebatarle la virilidad.

El cosmos vibró no por los alaridos de dolor del muchacho ?conocido desde entonces como "el inmortal castrado"?, sino por los de rabia de Cloto y Laquesis, al verse privadas para siempre de gozarlo.
Rudolf
20 de August de 2017 / 14:59
 

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