Durante diez largos años, un caracol se arrastró lentamente sobre las letras de su primera novela. Con paciencia infinita, avanzó de palabra en palabra hasta terminarla. Entonces, con el corazón lleno de emoción, decidió buscar la segunda parte de la saga.

Deslizándose hasta la librería, preguntó por la continuación de la historia. El librero, apenado, le informó que el autor había fallecido antes de completar la saga.

De regreso a casa, el caracol decidió escribir su propia continuación. Usando su baba como tinta casi imperceptible, plasmó cada palabra con la misma lentitud con la que leía. Pero, al darse cuenta de que no podría terminar la novela en lo que le quedaba de vida, tomó una decisión audaz.

FIN