Un escritor padecía insomnio.

Ovejas invisibles, la luna burlona, nada surtía efecto.

En su desesperación, leyó una de sus propias novelas.

Cada palabra arrullaba su mente y al final del primer capítulo, dormía.

Pasó sus días escribiendo, no por reconocimiento, sino para tener nuevo material nocturno.

Con el tiempo, el sueño se volvía más y más ligero.

Sus letras ya no tejían el dulce velo del sueño como antes.

Y así regresó el nocturno ballet con la soledad estrellada.

Con manos temblorosas, acarició la cubierta desgastada de su primogénita narrativa, ese antiguo fruto de su pluma aún inexperta.

Trama aburrida.

Personajes planos.

Estilo soso.

Antes de la mitad del libro, murió.
Edakos
02 de May de 2023 / 11:53
Sobredosis 02 de May de 2023 / 11:53
Edakos
Comentario (En sustitución de Alférez) 15 de May de 2023 / 20:48
Daniela Truman
Gracias 17 de May de 2023 / 15:25
Edakos
 

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