Visto desde el sillón de fina piel, el cuerpo, se aprecia sinuoso, liquido. Por unos cuantos billetes puede bailar y quitarse la ropa. Mostrar los pezones que coronan sus pechos perfectos como frutas hechas de carne; la carne del deseo. Al quitarse la última prenda uno no puede evitar mirar al ombligo y bajar la vista al hermoso pubis. Sus labios se plantan en el oído y su lengua empieza a explorarlo. Pregunta si te gusta lo que vez; si quieres tenerlo todo. “¿todo?”, repites como para estar seguro,
“Si todo”, contesta, todavía pegada a tu oreja mientras susurra el precio de su paraíso terrenal, que también incluye el cuarto de hotel.
Black Dot
15 de August de 2017 / 02:00
El deseo 15 de August de 2017 / 02:00
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Taller 16 de August de 2017 / 22:10
Mónica Brasca
 

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