Máxima discrección
A la isla de las sirenas alegres los marineros suelen acudir para aliviar sus instintos más primarios. Las prestaciones, eso sí, resultan exquisitas. Solo se permite el acceso si previamente has dejado clavado tu arpón en la orilla, lo que evita ciertas prácticas que no son bien vistas por allí. El servicio se paga por olas.
Homless
13 de August de 2017 / 04:09
13 de August de 2017 / 04:09
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