Sus habilidades para infiltrarse entre el enemigo hicieron que en su día las mayores naciones se disputaran sus servicios. Durante la guerra fría, trabajó con impecable eficacia para rusos y americanos, sin que ninguno de los dos tuviese queja de los resultados. Soñaba sin acento en quince idiomas distintos. Especialmente habilidoso para el contra espionaje, el organigrama de sus actividades ocupaba sesenta y cinco folios con letra menuda. Hizo de la clandestinidad su hábitat natural: Sus secretos eran su pasaporte y sus silencios su salvoconducto.
Hoy, viejo, loco y borracho, malvive en una sucia pensión del centro de Dusseldorf, Alemania. Dicen que apenas sale de la habitación. Por lo visto, se ha contratado a sí mismo para espiarse, pero ni siquiera él lo sabe. Cualquier día de estos se pegará un tiro en la sien: no habrá testigos, ni pruebas, ni móvil: será, al fin, el crimen perfecto.
Bala rasa
14 de November de 2022 / 03:47
Crimen perfecto 14 de November de 2022 / 03:47
Bala rasa
Taller 15 de November de 2022 / 16:43
Mónica Brasca
 

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