En un principio venían con la excusa de necesitar, con urgencia, una taza de azúcar. Mandaban a su hijo con mi hermano a la hora de la comida. Más tarde la madre empezó a visitarnos; tomaba el café con mamá mientras veían la telenovela de la seis. El marido, quien no trabajaba, venía a buscar a la esposa y aprovechaba a charlar con mis padres. La hija tocaba a la puerta para preguntar por su familia. Se colaba a la cocina, hurgaba en el refrigerador. Se soltaba a preparar bocadillos, que ofrecía solo a los adultos, acompañados de la cerveza o el scotch de mi papá. Nerviosos, veíamos la hora. Se hacía tarde y los invitábamos a dormir, porque “como iban a ser tan salvajes de despertar a los críos a esas horas”. Empecé a compartir recámara con el chico y mi hermana, la mayor, con la muchacha. Por las mañanas reñíamos por el baño, pero con el tiempo y mientras leía el periódico, el señor diseñó un plan para aligerar el tráfico. Al final de cuentas re arreglaron los cuartos y los vecinos ya no se molestaron por volver a su casa.
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20 de October de 2022 / 03:29
Los visitadores 20 de October de 2022 / 03:29
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