Tengo miedo de dormir. Sé que los vecinos tienen ese radar que detecta cuando estoy a punto de caer en el abrazo de Morfeo. Soy un viejo y a estas alturas de mi vida solo quiero el silencio. Son lo contrario, jóvenes que buscan divertirse a costa de todo. Dionisio habita en sus corazones. No hay día en que el ruido y el vino puedan ser contenidos en su casa. Mis paredes vibran con la música y los setos de mi jardín se han secado porque orinan en ellos. He tratado de hacerlos razonar, pero solo recibí burlas y desprecio. A falta de policías, Encomiendo a Ares, el señor de la guerra, sus almas. Ofrezco sus cuerpos calcinados, el maldito radio escandaloso y todo el vino que se pueda tomar con tal de que reine el silencio.