El expreso de media noche
Chester Truman

Tienes la sensación de que te has equivocado de tren porque no reconoces el paisaje tras la ventanilla. Intuyes que te has subido al tren equivocado cuando compruebas que eres el único pasajero. Presientes que el viaje será largo porque el tren cada vez coge más velocidad y al pasar junto a ti el revisor —con una vocecilla de Elfo—, te ha susurrado al oído: Póngase cómodo, caballero, esto va para largo.

Sospechas que todo va en serio cuando escuchas por megafonía: “Próxima parada: el infierno”. Y ratificas tus peores presagios al ver cruzar por el pasillo, dando leves botecitos, la cabeza del maquinista.

Una discusión acalorada
Serpico

El recién llegado a la fiesta en aquel enorme antro se quejó inmediatamente del calor: era insoportable. Poco después, en medio del ambiente frenético, pidió una bebida y nadie le hizo caso. Más tarde intentó salir para tomar aire. Cerca de la puerta un guardia de seguridad se lo impidió abruptamente y se hicieron de palabras. Todo terminó cuando el cancerbero le reveló una candente verdad: "El único que tiene permiso de salir de aquí es Mefisto, ¿entendido?".

El proceso
Simbad

La falsedad germinó entre el caos y la ignorancia, donde encontró terreno fértil. Poco después, en silencio, una pequeña duda se abría paso en la oscuridad antes de brotar y ver la luz. Gracias a ella cobró impulso, creció, se ramificó y se hizo más fuerte. Por fin, al llegar la primavera, floreció. Con sus pétalos extendidos y la cara al sol, tomaba forma la esperanza. Más tarde, el tiempo sería testigo del nacimiento del fruto: la verdad, esa apetecible manzana, origen frecuente de discordia.