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Voluntad divina - de Gesel van God
Con los ojos como platos y el pelo erizado por la impresión, el niño corría y gritaba como loco, señalando hacia sus espaldas.:
—¡Fue Thor! ¡Fue Thor! Yo mismo lo vi.
Mientras tanto, a varios metros detrás, el cuerpo del vecino achicharrado por el rayo aún humeaba.
Mediocridad literaria y criminal - de Lafitte
Las bajas ventas y la opinión generalizada de que sus novelas eran inverosímiles, confusas y teatrales, lo arrastraron a formar su propia banda delictiva. Quiso experimentar el crimen en carne propia y a ras del piso para darle realismo a sus obras. Desde entonces, lo único que escribe son los epitafios de sus críticos y de los autores que le hicieron sombra, en rótulos que deja sobre sus cadáveres. Llevan su sello: continúan siendo inverosímiles, confusos y teatrales.
Asesinato en el Metro Express - de Camaleón
Los ocho testigos confirmaron que la víctima era el supervisor de la oficina. Cada uno reconoció al asesino entre los siete sujetos que aparecían en las fotografías que la policía le entrego a cada quien por separado. Fue así como se supo que, uno tras otro, le habían dado al menos ocho puñaladas al muerto..
Con los ojos como platos y el pelo erizado por la impresión, el niño corría y gritaba como loco, señalando hacia sus espaldas.:
—¡Fue Thor! ¡Fue Thor! Yo mismo lo vi.
Mientras tanto, a varios metros detrás, el cuerpo del vecino achicharrado por el rayo aún humeaba.
Mediocridad literaria y criminal - de Lafitte
Las bajas ventas y la opinión generalizada de que sus novelas eran inverosímiles, confusas y teatrales, lo arrastraron a formar su propia banda delictiva. Quiso experimentar el crimen en carne propia y a ras del piso para darle realismo a sus obras. Desde entonces, lo único que escribe son los epitafios de sus críticos y de los autores que le hicieron sombra, en rótulos que deja sobre sus cadáveres. Llevan su sello: continúan siendo inverosímiles, confusos y teatrales.
Asesinato en el Metro Express - de Camaleón
Los ocho testigos confirmaron que la víctima era el supervisor de la oficina. Cada uno reconoció al asesino entre los siete sujetos que aparecían en las fotografías que la policía le entrego a cada quien por separado. Fue así como se supo que, uno tras otro, le habían dado al menos ocho puñaladas al muerto..
José M. Nuévalos
01 de September de 2022 / 09:30
01 de September de 2022 / 09:30
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